Hipersueño
La cámara de hipersueño no está funcionando, no consigo entrar en un estado inanimado al cien por ciento. Si bien mi cuerpo está inerte, y los latidos de mi corazón se han reducido considerablemente, la función neuronal continua tan activa como en la fase MOR del sueño. Es como estar despierto, pero inmóvil, con un control remoto integrado en mi mente, que retrocede, avanza y pone pausa al show cómico mágico musical sobre mi vida.
Hay escenas que quiero ver una y otra vez hasta memorizar los diálogos (así como hago con algunas canciones). Curiosamente no son días sino minutos apenas, momentos, y hay otras escenas que paso de largo, episodios de meses completos que prefiero adelantar. Y así, en el sofá de mi sala de estar, apago la luz para pensar en mí y observo mi vida como una película en streaming con sonido envolvente: esta parte de mi vida se llamaría felicidad. La otra, sería miedo; aquí hay un claro ejemplo de procrastinación. El resto se parece mucho a la nostalgia. Tendrían que darme un Oscar a mejor banda sonora o fotografía.
Después de un rato, no sé en qué momento, me quedé dormido.
Por: Miguel Ángel García García
@letrasypalabras
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