¿Por qué no podemos ver al niño? ¿Qué es lo que nubla la mirada de los adultos?
Por: Natalia A. Alioto
Lic. en Educación Especial
En consulta muchas veces nos enfrentamos a momentos complejos.
Cuando en reunión con padres queremos mencionar lo que el niño está atravesando , o cuando queremos mostrar con evidencias lo que el niño presenta, recibimos una devolución en donde los padres mencionan frases, como:
“YO puedo…”
“YO necesito…”
“YO quiero…”
“YO hubiera deseado…”
“YO considero…”
En reunión con escuelas, cuando planteamos cómo podemos abordar al alumno, dando estrategias claras y concretas para el salón de clases, también nos encontramos con las mismas respuestas.
Escuchando esto, entendemos que la mirada hacia el niño está nublada, o directamente puesta en otro lugar, los adultos no pueden ver ni escuchar las necesidades de este pequeño porque están anteponiendo las propias. La reunión que tenía como objetivo centrarse en el niño, y dar a padres y maestros herramientas de trabajo para poder apoyarlo, con este tipo de respuestas, se ve colapsada.
Es una realidad que el niño vive en un sistema familiar, y las necesidades deben ser satisfechas por mamá y papá que tienen su propia vida, y sus propias formas de llevarlas adelante, y todo esto se rodea de la economía del hogar, las obligaciones, las tareas, otros niños también en casa.
En el caso de la escuela, comprendemos que nuestro niño no es el único sino que es mucho el alumnado que necesita apoyo. Y los maestros están rebasados de pedidos y trabajos escolares. La demanda de hoy no es la misma que hace años atrás. Los maestros están cada vez más exigidos y presionados por cumplir con objetivos que no son reales para los niños de hoy.
Y si bien entendemos la situación familiar, y también comprendemos a los maestros, esto no puede nunca nublar la mirada de ver al niño primero y sus requerimientos. Y si no logramos modificar esto no vamos a poder ser asertivos en el camino a seguir.
Los niños están pidiendo que los veamos, lo hacen diariamente con berrinches, gritos, aislamiento, enojo e inclusive con sus calificaciones bajas.
Padres y maestros colapsan, pensando que están solos. Pero queremos decirles que no, hay muchos profesionales en el área de la salud dispuestos a trabajar en equipo. Hay muchos niños que hoy día están acompañados de terapeutas que específicamente atienden sus necesidades y ellos son los encargados de apoyarlos y transmitirles a ustedes las estrategias que pueden aplicar. Pero esto implica apertura, escucha. Y si en la escuela tienen verdadera apertura, podrán ver que muchas de las estrategias que se dan para un niño en particular pueden servir para la mitad del salón de clase.
Porque hoy en día, el 50 por ciento de los alumnos de un salón necesita apoyos visuales para comprender, para autorregularse, para ordenar sus tiempos. Y de esa forma bajar un poco su ansiedad ante lo desconocido.
Los reforzadores positivos como forma de impulsar a los niños a lograr más, y reafirmar sus logros siempre, desde lo más pequeñito. Establecer acuerdos, responsabilidades, consecuencias, para dar estructura al día escolar. Todas estas estrategias que les enviamos a los padres y escuela, en específico para nuestro niño de terapia, pueden y deben usarse con todos.
Pero si todo se recibe con cara de cansancio, de agotamiento, con expresiones de “más trabajo debo hacer”, o pensando en mis propios problemas/necesidades en vez de ver al niño, perdemos la oportunidad de ver el lado positivo, una posible solución a muchas de las situaciones de muchos de los pequeños.
Necesitamos escucharnos, tener una comunicación eficiente y trabajo en equipo. ¿Para qué? Para ayudar a los niños. Nosotros somos los adultos y debemos velar por ellos.
Tenemos un compromiso, ético, moral, emocional. Responsabilidad que se adquiere al momento de ser padres, al elegir ser docente, y debe ser asumida y llevada a cabo.
Cuando tenemos profesionales que nos muestran las necesidades del niño y a partir de ello elaboran un plan de acción, padres y maestros debemos ponerlos en marcha, y si esto no sucede se está faltando a la responsabilidad asumida. Todos debemos ver al niño, y trabajar por él y para él. Sus necesidades deben ser cubiertas hoy, porque los años de infancia pasan rápido, y lo que no se trata de manera oportuna y eficiente, luego en el futuro tendrá secuelas grandes.
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