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El Desierto de Atacama es el más árido del mundo

Situado en el norte de Chile, el Desierto de Atacama se despliega a lo largo de una estrecha franja costera, extendiéndose desde la Región de Atacama hasta la frontera con Perú.

Lo que distingue a este lugar como el desierto más árido del planeta es su escasa recepción de precipitaciones a lo largo del año. En algunas zonas, este inhóspito desierto puede transcurrir años enteros sin experimentar lluvias significativas.

La combinación de su ubicación geográfica y la ausencia de nubes contribuye a que el Desierto de Atacama reciba una intensa radiación solar. Este fenómeno se traduce en temperaturas diurnas extremadamente elevadas, contrastadas por noches gélidas. Las condiciones de aridez extrema dan como resultado una vegetación escasa, otorgando a muchas áreas un aspecto desolado y rocoso.

A pesar de su aparente inhospitalidad, el Desierto de Atacama es una rica fuente de minerales, lo que ha impulsado la explotación de recursos como el cobre y el litio en la región.

Este desafiante paisaje árido no carece de belleza. El Desierto de Atacama presenta una diversidad de paisajes únicos, desde salares impresionantes hasta formaciones rocosas imponentes. Además, es reconocido como un destino privilegiado para la observación astronómica. Su cielo despejado y la baja humedad atmosférica lo convierten en un santuario para la contemplación estelar y la investigación astronómica.

En definitiva, el Desierto de Atacama es mucho más que un yermo de rocas y arena; es un testimonio de la resistencia de la vida en condiciones extremas, un museo natural de formas y texturas, y un observatorio estelar que cautiva a aquellos que buscan explorar la vastedad y la asombrosa diversidad de nuestro planeta.

¿Por qué el océano es salado? ¿De dónde proviene toda esa sal?

Durante muchos años se sostuvo la creencia de que la sal en los océanos se originaba principalmente a partir de los ríos, los cuales transportan consigo sales disueltas desde las montañas, rocas y tierras por las que fluyen. Aunque esta contribución de sales por parte de los ríos es innegable, investigaciones más recientes han arrojado luz sobre un enigma: ¿era suficiente la aportación de los ríos para acumular toda la sal presente en los océanos a lo largo de la extensa historia del planeta?

La teoría que ha ganado mayor aceptación en la actualidad sugiere que una gran proporción de la sal ya estaba presente en los océanos desde las etapas iniciales de la historia de la Tierra. En sus primeros días, nuestro planeta estaba tan cálido que no existía agua líquida; todo estaba en forma de vapor, formando una inmensa y densa nube que envolvía la totalidad del globo.

A medida que la temperatura descendía por debajo de los 100º C, este vapor comenzó a condensarse y llover sobre la tierra seca. Este diluvio, de proporciones casi inimaginables, persistió durante un período considerable, siendo prácticamente un diluvio universal. Podemos visualizar este fenómeno como un monumental despliegue de agua caliente que, al entrar en contacto con la superficie terrestre, disolvía significativas cantidades de sal de las rocas y suelo.

Al término de este diluvio universal, los océanos resultantes ya contenían una considerable cantidad de la sal que hoy conocemos. Aunque los ríos han continuado aportando más sal con el tiempo, la teoría sostiene que la mayor parte de la sal presente en los océanos se incorporó durante este período primordial de diluvio. Esta nueva perspectiva arroja luz sobre el enigma de la salinidad oceánica, revelando un capítulo intrigante en la historia de nuestro planeta y sus vastos océanos salados.

El curioso esqueleto del pez globo

El pez globo, también conocido como fugu, posee un esqueleto único que le permite realizar su característica habilidad de inflarse en una esfera cuando se siente amenazado. Este esqueleto está compuesto por placas y espinas fusionadas, careciendo de costillas móviles presentes en la mayoría de los peces. Las espinas desempeñan un papel crucial en su capacidad para inflarse.

Cuando se siente amenazado, ingiere agua rápidamente, expandiendo su cuerpo. Las espinas se bloquean en su posición, evitando que se desinfle fácilmente. Además, el pez globo cuenta con músculos especializados alrededor de su boca, facilitándole la rápida toma y expulsión de agua.

Es esencial señalar que este método de defensa constituye una respuesta de último recurso para el pez globo, ya que demanda una considerable cantidad de energía y puede ser perjudicial para su salud. Asimismo, cabe destacar que no todos los peces globo tienen la capacidad de inflarse; esto depende de la especie específica.

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