Abejas y humanos, un mismo destino
Por: Cristóbal C. Carrión H. *
“Las abejas suben al cielo y bajan gotas de miel para los humanos.”
Cosmovisión Maya.
Desde tiempos inmemoriales, las abejas han sido consideradas un importante elemento dentro del funcionamiento de los ecosistemas. Por ejemplo, en nuestra región, los mayas antiguos las consideraban seres sagrados que debían ser protegidos y cuidados para que el cosmos mantuviera su equilibrio. La descripción de estos animales, principalmente de la especie nativa Melipona beecheii, fue ampliamente estudiada por ellos, a tal grado de ilustrar con gran detalle sus diferentes partes corporales, como lo muestran distintos códices mayas, en especial el conocido como Códice Madrid. Los mayas tenían una concepción en la cual existía un ámbito en el que los animales y los humanos podemos convivir, conocido como y alak´ cuyo significado se refiere a lo doméstico, el cual hemos compartido junto con ellas desde siempre. Incluso muchos sacerdotes tradicionales mayas aún comentan que el destino de los humanos y el de las abejas es el mismo, por eso a las abejas les dicen en español, gente.
Las abejas, biológicamente conocidas como antófilos, que en griego significa “que aman las flores”, se encuentran en el grupo de insectos muy numerosos llamados himenópteos, es decir, con alas membranosas y se conocen más de 20 mil especies diferentes distribuidas en todos los continentes, excepto en la Antártida. Las podemos encontrar en todos los ecosistemas donde haya plantas con flores, pues están adaptadas para alimentarse de su polen y néctar. La especie más conocida es la abeja doméstica (Apis mellifera) que vive en enjambres formados por tres clases de individuos: la reina, las obreras y los zánganos. Todas las abejas nacen como huevos que se convierten en larvas y pasan por una metamorfosis antes de su estadio adulto; el sexo de cada individuo es determinado por la abeja reina progenitora, ya que después de su apareamiento puede almacenar el esperma y controlar la fecundación de cada huevo: los huevos que fertiliza son hembras, mientras los no fertilizados resultan machos.
Estos insectos son ampliamente conocidos entre las poblaciones, e incluso han sido estudiadas debido a su complejo comportamiento social y altruista. Además, se ha demostrado que las abejas se comunican por medio de danzas, en las que las obreras indican la ubicación de alimentos una vez que los encuentran. Ellas se orientan por medio del Sol, por la polarización de los rayos de luz y por el campo magnético de la Tierra. Las abejas son los polinizadores más importantes de las plantas con flores y se calcula que la tercera parte de los alimentos humanos son polinizados por ellas, y por eso forman parte de la biodiversidad de la que todos dependemos. Según los expertos en abejas de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), un tercio de nuestra producción mundial de alimentos depende de ellas.
Lamentablemente, están cada vez más amenazadas por las actividades humanas. En todo el mundo se ha observado una disminución de sus poblaciones, en parte debido a la pérdida de su hábitat, las prácticas agrícolas intensivas, los cambios en los patrones climáticos y el uso excesivo de productos agroquímicos como los pesticidas. Estudios recienten han mostrado que los contaminantes antropogénicos del aire, también afectan igualmente a las abejas, pues las partículas contaminantes interactúan con las moléculas de olor que liberan las plantas y que ellas necesitan para localizar su alimento. Las señales mezcladas interfieren con su capacidad para buscar alimento de manera eficiente, haciéndolas más lentas y menos eficaces a la polinización.
De esta manera, como resultado de la amenaza en la que se encuentran y debido al riesgo que corre la humanidad con su desaparición, la ONU ha declarado el 20 de mayo como Día Mundial de la Abeja, precisamente para animar a los gobiernos, las organizaciones, la sociedad civil y los ciudadanos en general a proteger a estos polinizadores y sus hábitats. Ya han iniciado las acciones de protección, por ejemplo, en mayo de 2018, la Unión Europea mantuvo una prohibición parcial de tres insecticidas conocidos como neonicotinoides para mitigar la amenaza letal que suponen para las abejas. En el caso de México, ya se cuentan con lineamientos e instrumentos para el cuidado de las mismas, a través de la Estrategia Nacional para la Conservación y Uso Sustentable de los Polinizadores.
Tenemos un gran vínculo con las abejas, así lo muestran los textos sagrados en todas las principales regiones del mundo. Nuestra responsabilidad por su cuidado no debe ser demeritado, pues si no ponemos el suficiente interés y acciones, no tardaremos en corroborar que, efectivamente, las abejas y los humanos tenemos un mismo destino.
* Maestro en ciencias y biólogo. Divulgador de la ciencia, escritor y ex director del Planetario Sayab. Capacitador, gestor y auditor ambiental.
Un apasionado del conocimiento y de su exploración.
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Etiquetas: Edición 140