Balam, el verdadero soberano de la selva

En la cultura maya Balam es el nombre que se asociaba al jaguar, era un ser místico, real y fantástico, todo un símbolo de fuerza, poder y orden cósmico, ya que cada noche Kinich Ahau, el dios Sol, se convertía en jaguar para bajar al Xibalbá, el inframundo, donde luchaba contra los terribles dioses de la oscuridad y de la muerte que allí moraban, venciéndoles y dominando así la noche y el día. Los mayas consideraban a este animal como un ente ambivalente, es decir, le asociaban una representación afín a la luz y a la oscuridad.

Los jaguares estaban relacionados a la divinidad, eran criaturas sagradas y de respeto por su fuerza, su valentía, por la velocidad y su ferocidad. Son animales asociados a la selva, a la protección de los cultivos y hasta de las poblaciones. No obstante, a pesar de su amplia veneración en su pasado, hoy en día está en seria amenaza ecológica.

El jaguar, de nombre científico Panthera onca, se encuentra descrita dentro de la lista de la Norma Oficial Mexicana 59 de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales publicada en 2001, en la categoría de en peligro de extinción; mientras que la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza lo cataloga como cerca de la amenaza, con una población con tendencia decreciente, según su evaluación de 2016.

El jaguar es una especie de mamífero de gran tamaño, depredador y en la cúspide de la pirámide trófica. Habita desde el norte de Argentina hasta el norte de México, pasando por todo Centroamérica, en las zonas tropicales, en selvas, manglares, matorrales y humedales. Es una especie de amplia distribución y con constante movimiento y, aunque son individuos que regularmente se les encuentra aislados, su población está severamente fragmentada como consecuencia del continuo cambio de uso de suelo en donde habita. Entre sus amenazas se encuentran factores principalmente antropogénicos, como el cambio de uso de suelo para el desarrollo residencial y comercial, la agricultura, la acuacultura, la producción de energía y la minería, las vías de servicio y transporte, además de su amplio contrabando de piel, dientes, huesos y hasta su carne. Aunque también los incendios, la contaminación de las aguas y la influencia militar pueden ser causas de sus amenazas a lo largo de su territorio.

Para evitar su extinción diversas acciones se han realizado y siguen activas, que van desde el decreto de áreas protegidas y de conservación de su hábitat, programas de concienciación y educación ambiental, hasta la generación de legislación y programas de manejo y control, de igual forma, tanto en México como a nivel internacional. Parte de estos programas es educar a la población en el valor y significado de la presencia del verdadero soberano de la selva, que valga la pena mencionarlo, no es el león sino el jaguar, por el ecosistema en cuestión. El jaguar es reconocido también como una especie emblemática, sombrilla y carismática; en primer punto porque, como ya hemos mencionado, es un animal que ha tenido un importante simbolismo, desde moral hasta cosmológico para muchas poblaciones, incluso explicando parte de su identidad y existencia en el mundo; en segundo punto, es una especie que al promover su conservación y cuidado, se motiva la conservación de muchas otras, ya que parte de las acciones de conservación más importantes son las de protección de los territorios de su hábitat, lo cual indirectamente conlleva a la protección de todo el ecosistema y las especies que le forman; en tercer punto, es una especie que por su gran belleza, su hermosa piel y por su similitud con los felinos domésticos, ambos de la familia biológica de los Félidos, representan animales con gran afinidad y gusto de los humanos, lo cual de igual forma, hace un motivo más para considerarlos en los programas de conservación.

La protección del rey de la selva es imprescindible, urgente y necesaria, su conservación no solo representa una salvación de la intrincada red de funciones y fenómenos de los ecosistemas y servicios ambientales donde habita, sino que también representa la pervivencia de la invaluable cultura que le identifica, que se asocia, que se ha formado con su presencia y que le ha dado sentido y soporte a diversas cosmovisiones, las cuales serían leyendas sin su existencia. Proteger y conservar al jaguar, a Balam, nos permitirá mantener viva y en desarrollo la importante coevolución entre la naturaleza y la cultura, que al final, es parte importante de nuestra riqueza material e inmaterial humana.

*Es maestro en ciencias, biólogo y analista programador. Divulgador de la ciencia y director del Planetario Sayab. Un apasionado del conocimiento y de su exploración.

Por: Cristóbal C. Carrión H.*

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