La ventana de Johari, profundizar en ti a través de los ojos de los demás

La ventana de Johari es una poderosa herramienta psicológica que nos ayuda a formarnos una imagen más precisa de nosotros mismos. De hecho, aunque la mayoría de las personas cree conocerse muy bien, un estudio publicado en el Consulting Psychology Journal reveló que solo entre el 10 y el 15% realmente tiene una imagen bastante precisa de sí mismas.

Todos tenemos puntos ciegos psicológicos y sombras que nos negamos a aceptar. Pero ese desconocimiento suele aumentar cuando nos cerramos a las críticas, de manera que quienes nos rodean evitan darnos su opinión por temor a nuestra reacción. Eso puede encerrarnos en una especie de cámara de eco en la que solo nos escuchamos a nosotros mismos. La ventana de Johari nos propone salir de ese esquema autorreferencial y abrirnos a la retroalimentación para conocer mejor nuestras cualidades y defectos.

¿Qué es la ventana de Johari?

La ventana de Johari es un modelo de análisis desarrollado a mediados de la década de 1950 por los psicólogos Joseph Luft y Harrington Ingham. De hecho, su nombre se debe al acrónimo de sus iniciales: Joseph y Harrington (Johari).

Su principal objetivo es potenciar la autoconciencia, sobre todo cuando estamos en grupos o entornos sociales, además de mejorar la comunicación con quienes nos rodean. Para lograrlo, estos psicólogos analizaron la dinámica de las relaciones interpersonales e ilustraron el proceso comunicativo mediado por la imagen que tenemos de nosotros mismos y la que proyectamos.

Recurrieron al concepto del espacio interpersonal dividiéndolo en cuatro áreas bien diferenciadas según la naturaleza de la información que transmitimos. Dos de esas áreas representan lo que conocemos de nosotros mismos y las otras dos lo que los demás perciben de nosotros, pero que generalmente se nos escapa. De esta forma propusieron un marco donde lo personal se funde con lo interpersonal para ampliar nuestra autoimagen y, al mismo tiempo, mejorar nuestras habilidades comunicativas.

Los cuadrantes de la ventana de Johari

Área pública o abierta.
Incluye la información sobre nosotros: nuestras actitudes, comportamientos, emociones, sentimientos, habilidades, puntos de vista… Es el área más transparente puesto que no solo la conocemos nosotros sino que también la mostramos a los demás. De hecho, es la zona donde se produce la mayoría de las relaciones interpersonales. Podría resumirse como aquello que conocemos de nosotros mismos y compartimos conscientemente con las personas, un espacio de confluencia entre nuestra autoimagen y la imagen que proyectamos al mundo.

Área ciega.
No somos un libro abierto para nosotros mismos. Por esa razón, este cuadrante de la ventana de Johari contiene todo aquello que las personas perciben de nosotros, pero de lo que no somos plenamente conscientes. Son nuestros puntos ciegos psicológicos, aquello que ignoramos de nosotros mismos pero que los demás pueden percibir. Puede tratarse, por ejemplo, de un temor que no hemos reconocido o un defecto que nos negamos a aceptar y que alguien nos ha hecho notar.

Área oculta o fachada.
Contiene todo eso que conocemos de nosotros, pero que no estamos dispuestos a compartir con los demás. Generalmente está compuesta por nuestros mayores temores, inseguridades, experiencias traumáticas, secretos, impulsos, deseos o simplemente opiniones que deseamos mantener en privado. Esa información suele permanecer compartimentada por diversas razones, ya sea porque no confiamos lo suficiente en los otros como para compartir esos datos más íntimos, porque no queremos ser juzgados, criticados o rechazados si nos mostramos tal cual somos o porque tememos que usen nuestra vulnerabilidad para hacernos daño.

Área desconocida.
Este cuadrante de la ventana de Johari contiene todo aquello que desconocemos de nosotros mismos y que también permanece oculto para los demás. De cierta forma, es el equivalente a las sombras de Carl Jung, aunque también puede incluir talentos, habilidades o pasiones que no hemos descubierto. Se refiere a características de nuestra personalidad que todavía no han salido a la luz. Muchas personas, por ejemplo, descubren su resiliencia justo cuando se enfrentan a la adversidad, de manera que hasta ese momento no son conscientes de lo fuertes que eran.

¿Cómo aplicar esta técnica?
La ventana de Johari es una excelente herramienta para profundizar en nosotros mismos y aceptar lo que estamos bloqueando o redescubrir nuevas facetas de las que no somos conscientes. Sin embargo, necesitaremos la ayuda de los demás.

Tendremos que pedir a personas en quienes confiemos que completen los cuadrantes. Es importante que sean sinceras ya que el objetivo de esta técnica consiste precisamente en comparar la imagen que tenemos de nosotros mismos con la imagen que proyectamos y que los demás se han formado de nosotros.

Por supuesto, también debemos completar los cuadrantes. Hacer una lista de unas 10 características o rasgos que pensamos que nos definen como persona suele ser suficiente. Luego solo tenemos que contrastar nuestra autoimagen con la imagen que tienen los demás de nosotros, colocando cada característica en el cuadrante que corresponda.

Generalmente esta técnica arroja resultados muy interesantes porque no solemos ser plenamente conscientes de la percepción que los demás tienen de nosotros. Realizarla con la mente abierta puede revelarnos cosas que desconocíamos.

Aunque la ventana de Johari muestra cuatro cuadrantes iguales, en realidad debemos ajustar el tamaño de cada uno a medida que recibamos retroalimentación nueva. Reajustar sus dimensiones nos permitirá apreciar si existen grandes desequilibrios.

Por ejemplo, un área pública relativamente pequeña puede indicar una mala comunicación o podría señalar que estamos demasiado cerrados ante los demás. Asimismo, un área ciega demasiado grande podría revelar un problema de autoconciencia indicando que los demás pueden ver cosas de nosotros que nos negamos a aceptar.

¿Para qué sirve la ventana de Johari?

La ventana de Johari nos ayuda a desarrollar la conciencia interna y externa. Nos permite comprender cómo nos ven los demás en contraposición con la imagen que tenemos de nosotros mismos.

Como resultado, esta técnica puede ayudarnos a conocernos mejor y descubrir nuestros puntos ciegos. También es una oportunidad para aceptar partes de nosotros que rechazábamos e incorporarlas en nuestro “yo”, de manera que tengamos una visión más global y precisa de quiénes somos, a partir de la cual podremos trabajar para convertirnos en la persona que queremos ser.

La ventana de Johari también es particularmente beneficiosa para mejorar las relaciones interpersonales. Puede permitirnos reforzar las cualidades que deseamos transmitir a los demás y limar aquellas que están afectando nuestras relaciones. De hecho, un estudio realizado en la Universidad Kafkas reveló que esta técnica puede mejorar nuestro bienestar ayudándonos a ampliar nuestra área pública y limar las asperezas en nuestras relaciones interpersonales, que suelen ser la principal fuente de conflictos y problemas en nuestro día a día.

Por ejemplo, este método podría indicarnos que los demás no nos perciben como una persona tan flexible y abierta como suponemos o que no somos tan empáticos o amables como imaginamos. Ese descubrimiento puede ayudarnos a acortar la distancia entre nuestra autoimagen y lo que proyectamos, permitiéndonos ser más auténticos en nuestras relaciones.

Esta técnica también podría revelarnos que estamos manteniendo demasiada información personal oculta, lo cual se convierte en una barrera para establecer vínculos más profundos con los demás. O quizá nos desvele que estamos mostrando demasiado de nosotros mismos y los demás se están aprovechando de nuestra vulnerabilidad con comportamientos manipuladores.

En cualquier caso, ser más conscientes de nuestras fortalezas y debilidades, con una voluntad por incorporar la percepción de los demás, puede ayudarnos a concientizar nuestros comportamientos y reacciones, así como su impacto en quienes nos rodean.

La idea es ampliar nuestro horizonte en base a la imagen que los demás tienen de nosotros. Confrontar nuestro autoconcepto con lo que proyectamos nos permitirá hacer los ajustes que sean necesarios para sentirnos mejor con nosotros mismos y, al mismo tiempo, pulir nuestras habilidades comunicativas para mejorar nuestras relaciones interpersonales. Y ese suele ser un cambio que siempre vale la pena.

Referencias Bibliográficas:

Erginsoy, D. (2019) Expansion of the Open Area (Johari Window) and Group Work Directed to Enhancing the Level of Subjective Well-being. Journal of Education and Training Studies; 7(5): 76-85.

Sala, F. (2003) Executive Blind Spots: Discrepancies Between Self- and Other-Ratings. Consulting Psychology Journal: Practice and Research; 55(4): 222–229.

Newstrom, J. W. & Rubenfeld, S. A. (1983) The Johari Window: A Reconceptualization. Developments in Business Simulation and Experiential Excercises; 10: 117-120.

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