Alimentos especializados para mujeres, ¿la fórmula de la salud?
A lo largo de los últimos años hemos visto en los anaqueles del supermercado y anuncios de publicidad una amplia variedad de alimentos “especializados” para mujeres que van desde leche, yogur y cereales hasta proteínas y suplementos alimenticios. Los beneficios que cada producto anuncia son múltiples y variados: bajo en grasa, alto en fibra, con prebióticos, extra calcio, con aminoácidos y/o nutrientes, que aportan la energía necesaria, benefician la masa muscular, mejoran la digestión, aportan nutrientes específicos para la belleza femenina, etc. Si te has sentido tentada por comprar alguno, no sabes cuál elegir, ya los tienes en tu alacena o simplemente sientes curiosidad, valdría la pena preguntarse: ¿estos productos realmente funcionan o se trata de una estrategia de marketing alimentario para incrementar ventas entre el nicho de mercado que representa la población femenina? ¿Consumir alimentos especializados en mujeres beneficia tu salud?
Para responder estas preguntas es importante reflexionar en varios tópicos. Empecemos desde lo más básico: la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedades.
La alimentación es fundamental para la salud, cada alimento que elegimos forma parte de un extraordinario viaje por nuestro cuerpo hasta que los nutrientes que contiene lleguen a su destino final: las células de los tejidos. La elección de la calidad de los alimentos resulta fundamental y se ve determinada por múltiples factores: el hambre y la saciedad, la palatabilidad (que es el placer que una persona experimenta cuando ingiere un alimento concreto), cuánto cuestan, la accesibilidad, las capacidades personales (por ejemplo, para cocinar), el tiempo disponible, la cultura, la familia, los compañeros de trabajo, los amigos, los patrones de alimentación, el estado de ánimo, el estrés, la culpa, así como actitudes, creencias y conocimientos que poseamos en materia de alimentación.
Además, desde la revolución industrial con la aparición de alimentos ultraprocesados el marketing alimentario ha ejercido una importante influencia en la elección de los alimentos que consumimos. Debemos estar conscientes que las imágenes publicitarias no se limitan a su función obvia de promover la compra de productos, sino que contribuyen a reforzar un imaginario social y la construcción de estereotipos que se convierten en puntos de referencia sobre cómo debemos vernos, en especial las mujeres y por tanto influyen en cómo nos auto-percibimos, ignorando aspectos como la complexión y el tipo de cuerpo que tenemos y muchas veces contribuyendo a comportamientos poco saludables como dietas altamente restrictivas, monodietas y trastornos de conducta alimentaria como anorexia, bulimia y vigorexia.
En el caso de los anuncios publicitarios de alimentos presentados bajo slogans como “productos especialmente diseñados para la mujer”, “pensados para mujeres”, “sólo para mujeres”, presentan como características en común que describen sus cualidades a través de un lenguaje médico pseudo-científico (presentado como científico pero carente del método científico), contribuyen a una vida saludable, combaten el envejecimiento, consiguen una piel joven y sana, un cuerpo más ágil y sexy, evitan las molestias de la menstruación y permiten vivir una menopausia feliz a las consumidoras. Pero recordemos, están vendiendo y resaltando cualidades que no necesariamente poseen. Volvamos a nuestra pregunta inicial: ¿las mujeres necesitamos alimentos distintos a los de los hombres?
La alimentación de mujeres y hombres debe adaptarse a las necesidades nutricionales propias de cada etapa de la vida, pues hay una demanda diferente de acuerdo con aspectos como edad, peso, composición corporal, estrés, gustos, hábitos, rutina, actividad física y variables como el tipo de actividad física, duración, intensidad, etcétera. Definitivamente, la ingesta nutrimental y energética entre hombres y mujeres es distinta, pero esos requerimientos también son diferentes entre una mujer y otra, ejemplo, tu mejor amiga y tú, tienen necesidades nutricionales diferentes. Pero no nos confundamos, no se requieren alimentos distintos, diseñados para mujeres o para hombres, necesitan diferentes cantidades de alimentos de calidad nutricional para integrar una dieta rica, variada, suficiente y equilibrada. Toda la familia puede cubrir sus necesidades nutricionales del mismo menú pero con cantidades distintas de acuerdo a su etapa de desarrollo.
Algunos de los cambios en las necesidades nutricionales en las diferentes etapas de la vida a tener en cuenta son:
• Las necesidades energéticas cambian de acuerdo a la edad porque la eficiencia del metabolismo se modifica (en mujeres y hombres).
• Los requerimientos de los macronutrimentos y micronutrimentos específicos cambian en las distintas etapas de la vida y cambios importantes en salud y actividad física (en mujeres y hombres).
• Incremento de necesidades de hierro en la adolescencia, embarazo y lactancia (en mujeres).
• Incremento de necesidades de vitaminas del complejo B y de minerales como Zinc y Cobre en embarazo y lactancia.
• Incremento en los requerimientos de calcio en embarazo, lactancia y menopausia.
• Cambios en necesidades proteicas en embarazo, lactancia, menopausia.
Muchas mujeres activas físicamente y con entrenamientos regulares han incorporado a su ingesta habitual suplementos proteicos. Se debe prestar especial atención al consumo de éstos dado que en la industria de la suplementación se carece de regulaciones y algunos suplementos no señalan el total de ingredientes que contienen, lo cual puede suponer un riesgo de salud. Existen casos de deportistas que han dado positivo a doping por tomar un suplemento que no tenía señalado en sus ingredientes alguna de las sustancias prohibidas por la WADA, por sus siglas en inglés, Agencia Mundial Antidopaje. Me di a la tarea de analizar proteína en venta “especializada para mujeres”, la gran mayoría aporta alrededor de 15 g de proteína, lo cual representa una cantidad muy baja y resulta fácil de igualar con 60 g de pescado o pollo, o un par de huevos.
Para concluir, es importante ser más reflexivos acerca de la publicidad alimentaria, dietas restrictivas y productos milagro, convertirnos en consumidores conscientes e invertir en una consulta con un nutricionista (con cédula profesional). Un especialista de la nutrición no sólo te ayudará a bajar de peso, te proporcionará orientación alimentaria, prevención de patologías crónico-degenerativas y hasta algunos tipos de cáncer; si tienes alguna patología te apoyará a disminuir las secuelas o enfermedades secundarias derivadas, si practicas algún deporte te ayudará a mejorar tu rendimiento y disminuirá el riesgo de lesiones. También irá de la mano con tus gustos y tu rutina diaria y adaptará la dieta al presupuesto que destinas a tu alimentación, pues comer sano no es comer caro. Los profesionales de la nutrición contribuimos a mejorar tu calidad de vida en el corto, mediano y largo plazo, por eso amo la ciencia de la nutrición.
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Por: Lic. en Nutrición Oraida Oliva
Presidenta de Fundación Edukan para la Divulgación e Innovación de la Ciencia
Etiquetas: Edición 106